Turista en mi ciudad



Cuando pienso en un turista me viene la imagen de una o varias personas caminando por las calles de un pueblo o ciudad, a veces con un mapa y con una cámara de fotos en mano. De hecho, yo también he hecho turismo por diferentes ciudades tanto españolas como europeas, pero nunca he decidido salir a visitar Pamplona.

En cierto modo es normal. He nacido y vivido en Pamplona casi veinte años, la he visto muchas veces. Me he paseado, he salido de fiesta e incluso se la he enseñado como he podido a amigos y amigas que han venido de fuera. Aun así, en todas esas ocasiones nunca he mirado a la ciudad con otra mirada que no fuese de “es mi ciudad, no hay nada nuevo para mí”. Ahí está el error. Por eso, hoy me adentro en el Museo de Navarra, situado en el Casco Antiguo de Pamplona.


Empezamos desde lo más alto con cuadros clásicos que nos invitan a adentrarnos en otra época. Las vestimentas de los personajes, las caras de los personas que por lo general son tristes y están apagadas te llegan a hacer pensar en cómo vivían en esa época, que sufrían por cosas que hoy en día ni se nos pasan por la mente. También se encuentran muchas imágenes y figuras relacionadas con la religión. Figuras de niños sin apenas ropa o ángeles con cara de niños, por ejemplo, es lo que predomina. 


También, cómo no, se encuentran caballeros que blanden su espada para proteger al pueblo. La sociedad por aquel entonces necesitaba creer que todo iba a ir a mejor porque había alguien que los protegía. ¿Acaso no nos pasa lo mismo en la sociedad de ahora? 


Por si ver todas las obras de arte no fuesen suficientemente inspiradoras, nos encontramos pequeñas ventanas por todo el recorrido del museo. Ventanas por las que sólo puedes intuir el exterior porque sólo dejan entrar un pequeño haz de luz, luces y sombras o incluso están las que te invitan a conocer el resto de la ciudad.




Y por último no se pueden dejar olvidadas las obras más recientes. Estas son mis favoritas quizás porque me siento más identificada con la época en la que se han pintado o por su colorido. Simplemente me resultan más atractivas y me hacen sentir como en casa en un museo que es lo que al final hay que buscar al visitar uno.


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